Quiero ofrecerte este blog, María, María de la Vega, mi madre, la que me enseñaron a amar mis abuelos, mis padres.
Y que mejor ofrenda al caer de la tarde, que traer pequeñas o grandes meditaciones de aquellos hombres que te amaron más que yo, junto a mis pobres pensamientos y agrutinarlos todos, en esa magnífica corona que es el Rosario.
Rosario, oración y meditación, oración y reflexión, cercanía con Dios a traves de ti, Virgen María. Por eso, cuando aún no ha concluído este mes de octubre a él dedicado, quiero comenzar estas reflexiones, que como las cuentas de tu Rosario, iran hablando de tus gozos, de tus dolores, de la luz que Dios te regalo, del dolor que se cruzo en tu camino y la gloria, donde nos esperas, Reina y Señora de Todo.
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