jueves, 2 de diciembre de 2010

Ante María del Adviento

En este tiempo de Adviento quiero regalarte María estas humildes palabras, que son mi oración para este Santo tiempo en el que el Señor viene a nosotros una vez más.

Madre de la Esperanza,
capullos del rosal de diciembre,
llena de gracia,
porque te abriste al Creador
y diste a Luz al Amor,
ayúdanos a vivir este Adviento
como tú viviste el pimero.
Madre de la Esperanza
vientre a Dios abierto,
con aquel Fiat, el tuyo,
haz que aprovechemos este Adviento
para abrirnos al que viene
y no le cerremos, un año más,
las puertas de nuestro corazón.
Madre de la Esperanza,
siempre peregrina,
siempre en camino,
para llevar la gran alegría
de sentir al Enmanuel
muy dentro de ti
haz que este Adviento
nos pongamos en camino,
abandonemos nuestra comodidad,
y si es preciso, la mesa de la Nochebuena
para salir al encuentro
de Aquel que en tus entrañas,
ya nos llama, ya nos espera
desde estas primeras horas
de este nuevo Adviento.
Madre de la Esperanza
con los ojos siempre abiertos
mirando a los vecinos,
para ver que pudiera faltarles
has que este nuevo Adviento
en medio de la crisis,
no seamos egoístas,
no busquemos solamente
nuestra propia felicidad
sino que nos hagamos,
portadores del que viene,
como cada año
en la Noche de Diciembre
acerca al hombre a Dios.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Santo Rosario junto a Juan Pablo II. Primer Misterio Gozoso: La Encarnación del Verbo.


Debemos colocarnos en aquel momento de la historia del mundo: cuando el Verbo se hizo carne. Cuando el Hijo de Dios se hizo hombre. La historia de la salvación llega a su culmen, y al mismo tiempo comienza en su forma definitiva, cuando la Virgen de Nazaret acepta el anuncio del Ángel y pronuncia las Palabras: "Fiat mihi secundum verbum tuum: Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Se puede que en aquel momento fue concebida la Iglesia. (Juan Pablo II. Palabras durante el Angelus del 22 de octubre de 1.978. Fue el primer Angelus que dirigió el Santo Padre, después su imagen en la ventana se haría tan familiar para los cristianos).
Ilustra este misterio gozoso una pintura de autor desconocido, datada en el siglo XVI perteneciente a la Iglesia Parroquial de las Cuevas (Soria).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Santo Rosario. Meditaciones junto a Benedicto XVI. Segundo Misterio Gozoso. La Visitación de Nuestra Señora a su Prima Santa Isabel.



La fe, por tanto, es la grandeza de María, como proclama gozosamente Isabel: María es "bendita entre las mujeres", "Bendito es el fruto de su vientre" porque es la "Madre del Señor", porque cree y vive de forma única la "primera" de las bienaventuranzas, la bienaventuranza de la fe. Isabel lo confiesa en su alegría y en la del niño que salta en su seno: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor". (BENEDICTO XVI. Homilía durante la Eucarístia celebrada en la Parroquia de Castelgandolfo el 15 de agosto de 2.010. Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María).

Santo Rosario. Meditaciones junto a Benedicto XVI. Misterios Gloriosos: La Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos.



Al terminar su vida terrena, María fue llevada en cuerpo y alma al cielo, es decir, a la gloria de la vida eterna, a la comunión plena y perfecta con Dios. Creemos que María, como Cristo, su Hijo, ya ha vencido a la muerte y triunfa ya en la gloria celestial, en la totalidad de su ser, "en cuerpo y alma". La Madre de Dios se inserta hasta tal punto en el Misterio de Cristo que es partícipe de la Resurrección de su Hijo con todo se ya al final de su vida terrena; vive lo que nosotros esperamos al final de los tiempos, cuando sea aniquilado "el último enemigo", la muerte (cf. 1 Cor 15, 26); ya vive lo que proclamamos en el Credo: Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro". No nos limitemos a mirar a admirar a María en su destino de gloria, como una persona muy lejana de nosotros. No. Estamos llamados a mirar lo que el Señor, en su amor, ha querido también para nosotros, para nuestro destino final: vivir por la fe en la comunión perfecta de amor con él y así vivir verdaderamente. (BENEDICTO XVI. Homilia durante la Eucuaristía celebrada en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castelgandolfo el día 15 de agosoto de 2.010
La imagen que ilustra este misterio es un cuadro ejecuatado por Nicola Filotesio, en el año 1.510 y que se conserva en la ciudad del Vaticano de Roma.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Santo Rosario. Meditaciones junto a Benedicto XVI. Primer Misterio Gozoso: El Anuncio del Ángel a María y la Encarnación del Verbo




Con la Encarnación, con el advenimiento de la Theotókos, Cristo nos atrajó a sí y Dios en sí es relación y nos hace partípes de su relación interior. Asi estamos en su ser Padre, Hijo y Espíritu Santo; estamos en su ser en relación; estamos en relación con él y él ha establecido realmente relación con nosotros. En aquel momento Dios quería nacer de una mujer y ser siempre sí mismo: éste es el gran acontecimiento.


Ilustra este misterio el cuadro: La Anunciación de Benozzo de Lese di Sandro. Realizado en el siglo XV y que se puede admirar en el Vaticano.

Santo Rosario. Meditaciones junto a Benedicto XVI. Tercer misterio gozoso: El nacimiento del Hijo de Dios en el Portal de Belén.




El Concilio de Efeso puso de relieve la aventura de Dios, la grandez de lo que hizo por nosotros. Dios no permaneció encerrado en sí mismo, sino que salió de sí, se unió hasta tal punto, de tan radical manera, a ese hombre, a Jesús, que ese hombre Jesús es Dios, y si hablamos de él podemos siempre también hablar de Dios. No nació sólo un hombre que tenía que ver con Dios, sino que en él nació Dios en la tierra. Dios salió de sí. Podemos decir también lo contrario: Dios nos atrajo a sí, de forma que ya no estamos fuera de Dios, sino en lo íntimo, en la intimidad del mismo Dios.
Cristo no nació como un individuo más. Nació para crearse un cuerpo: nacio -como dicde Juan en el capítulo 12 de su Evangelio - para atraer a todos hacía sí y a sí. Nació - como dicen las Cartas a los Colosenses y a los Efesios - para recapitular todo el mundo; nació como primogénito de muchos hermanos; nació para reunir el cosmos en sí, de manera que es Cabeza de un gran Cuerpo. Donde nace Cristo, comienza el movimiento de la recapitulación, comienza el momento de la llamada, de la construcción de su Cuerpo, de la Santa Iglesia. (Benedicto XVI. Meditación en la I Congregación General de la Asamblea Especial para el Oriente Próximo del Sínodo de los Obispos. Roma. 11 de octubre de 2.010).

jueves, 4 de noviembre de 2010

Santo Rosario. Meditaciones junto a Juan Pablo II en el Año Santo Jubilar 2.000. Tercer Misterio Gozoso: El Nacimiento del Niño Jesús en Belén.



Nos postramos ante el Hijo de Dios. Nos unimos espiritualmente a la admiración de María y de José. Adorando a Cristo, nacido en una gruta, asumimos la fe llena de sorpresa de aquellos pastores; experimentemos su misma admiración y su misma alegría. Es difícil no dejarse convencer por la elocuencia de este acontecimiento: nos quedamos embelesados. Somos testigos de aquel instante del amor que une lo eterno a la historia: el "hoy" que abre el tiempo del júbilo y de la esperanza, porque "un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros la señal del principado" (Is 9,5), como leemos en el texto de Isaías. Ante el Verbo encarnado ponemos las alegrías y temores, las lágrimas y esperanzas. Sólo en Cristo, el hombre nuevo, encuentra su verdadera luz el misterio del ser humano.Con el apóstol Pablo, meditamos que en Belén "ha aparecido la gracia de Dios, portadora de salvación para todos los hombres" (Tt 2,11). Por esta razón, en la noche de Navidad resuenan cantos de alegría en todos los rincones de la tierra y en todas las lenguas. Esta noche, ante nuestros ojos se realiza lo que el Evangelio proclama: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él...tenga vida" (Jn 3,16). ¡Su Hijo unigénito! (Juan Pablo II. Homilia durante la Solemne apertura de la Puerta Santa y Misa del Gallo. Basílica del Vaticano. Roma. 24 de diciembre de 1.999).
ILUSTRA ESTE MISTERIO EL CUADRO LA NATIVIDAD
pintado por Mariotto di Nardo en 1.385
Se conserva en los Museos Vaticanos de Roma