jueves, 4 de noviembre de 2010

Santo Rosario. Meditaciones junto a Juan Pablo II en el Año Santo Jubilar 2.000. Tercer Misterio Gozoso: El Nacimiento del Niño Jesús en Belén.



Nos postramos ante el Hijo de Dios. Nos unimos espiritualmente a la admiración de María y de José. Adorando a Cristo, nacido en una gruta, asumimos la fe llena de sorpresa de aquellos pastores; experimentemos su misma admiración y su misma alegría. Es difícil no dejarse convencer por la elocuencia de este acontecimiento: nos quedamos embelesados. Somos testigos de aquel instante del amor que une lo eterno a la historia: el "hoy" que abre el tiempo del júbilo y de la esperanza, porque "un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros la señal del principado" (Is 9,5), como leemos en el texto de Isaías. Ante el Verbo encarnado ponemos las alegrías y temores, las lágrimas y esperanzas. Sólo en Cristo, el hombre nuevo, encuentra su verdadera luz el misterio del ser humano.Con el apóstol Pablo, meditamos que en Belén "ha aparecido la gracia de Dios, portadora de salvación para todos los hombres" (Tt 2,11). Por esta razón, en la noche de Navidad resuenan cantos de alegría en todos los rincones de la tierra y en todas las lenguas. Esta noche, ante nuestros ojos se realiza lo que el Evangelio proclama: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él...tenga vida" (Jn 3,16). ¡Su Hijo unigénito! (Juan Pablo II. Homilia durante la Solemne apertura de la Puerta Santa y Misa del Gallo. Basílica del Vaticano. Roma. 24 de diciembre de 1.999).
ILUSTRA ESTE MISTERIO EL CUADRO LA NATIVIDAD
pintado por Mariotto di Nardo en 1.385
Se conserva en los Museos Vaticanos de Roma

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