jueves, 11 de noviembre de 2010

Santo Rosario. Meditaciones junto a Benedicto XVI. Misterios Gloriosos: La Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos.



Al terminar su vida terrena, María fue llevada en cuerpo y alma al cielo, es decir, a la gloria de la vida eterna, a la comunión plena y perfecta con Dios. Creemos que María, como Cristo, su Hijo, ya ha vencido a la muerte y triunfa ya en la gloria celestial, en la totalidad de su ser, "en cuerpo y alma". La Madre de Dios se inserta hasta tal punto en el Misterio de Cristo que es partícipe de la Resurrección de su Hijo con todo se ya al final de su vida terrena; vive lo que nosotros esperamos al final de los tiempos, cuando sea aniquilado "el último enemigo", la muerte (cf. 1 Cor 15, 26); ya vive lo que proclamamos en el Credo: Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro". No nos limitemos a mirar a admirar a María en su destino de gloria, como una persona muy lejana de nosotros. No. Estamos llamados a mirar lo que el Señor, en su amor, ha querido también para nosotros, para nuestro destino final: vivir por la fe en la comunión perfecta de amor con él y así vivir verdaderamente. (BENEDICTO XVI. Homilia durante la Eucuaristía celebrada en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castelgandolfo el día 15 de agosoto de 2.010
La imagen que ilustra este misterio es un cuadro ejecuatado por Nicola Filotesio, en el año 1.510 y que se conserva en la ciudad del Vaticano de Roma.

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